FUENTE: JUAN CARLOS SANZ (ENVIADO ESPECIAL) PARA ELPAIS.COM
En un país en el que un 60% de las mujeres cubren su cabeza por razones religiosas, ninguna de las diputadas elegidas el domingo llevará el velo islámico. Tampoco puede haber funcionarias cubiertas con el turban o pañuelo ni, en principio, estudiantes universitarias en un Estado que se proclama laico y en el que el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista moderado) arrasó en las urnas con casi el 50% de los sufragios.
La Gran Asamblea Nacional de Ankara contará ahora con 78 parlamentarias, un 56% más que en la anterior legislatura, en la que solo figuraban 50 diputadas. Se trata de una cifra récord en la historia de la República fundada por Mustafá Kemal, Atatürk, que introdujo el voto femenino en la legislación turca en 1934, antes que en muchos países europeos como Francia, que lo implantó en 1944. Todos los partidos cuentan con diputadas, aunque es el mayoritario AKP el que destaca con 45 escaños ocupados por mujeres.
El Partido Republicano del Pueblo (socialdemócrata laico) cuenta con 19 y el Partido del Movimiento Nacional (extrema derecha), con otras tres. Incluso el Partido de la Paz y la Democracia (nacionalista kurdo) ha colocado entre sus 36 parlamentarios a 11 mujeres, como Layla Zana, diputada en 1991 que se vio privada del cargo al ser condenada a 15 años de cárcel, precisamente por dirigirse a la Cámara en kurdo.
Pero el apenas 14% de presencia femenina en la nueva Cámara legislativa turca no satisface a las nacientes organizaciones feministas, que exigen el principio de criterio de paridad en las listas electorales y que denuncian que los partidos turcos no han cumplido siquiera con la media internacional del 19% de diputadas en los Parlamentos de todo el mundo registrada por la ONU. Los informes oficiales reflejan también que en la Administración local tan solo hay un 4% de cargos ocupados por mujeres.
Los malos tratos infligidos a las mujeres, que afectan a más de un 40% de la población femenina en las zonas rurales, y los llamados crímenes de honor -asesinatos de mujeres acusadas de haber mancillado a una familia por sus relaciones extramatrimoniales- siguen registrándose con frecuencia en Turquía, en medio de acusaciones de creciente conservadurismo social contra el Gobierno del AKP lanzadas por los sectores laicos de la población.
La arquitecta y feminista de Estambul Sena Altundag describe así los cambios. "En los años ochenta yo iba en minifalda por el barrio de Fatih [principal feudo islamista de la ciudad] y ahora le digo a mi hijo que no bese a su novia por la calle para que no tenga problemas. Es la dictadura del miedo, y no tiene nada que ver con el islam. El velo es la bandera política del AKP", informa Blanca López Arangüena.
Como reconoce el ministro para Asuntos Europeos turco, Egemen Bagis, "a pesar de la legislación sobre igualdad, en Turquía las mujeres siguen teniendo pocas oportunidades de educación y no pueden desarrollar plenamente su derecho a un empleo y, sobre todo, siguen sufriendo discriminación en sus puestos de trabajo". La tasa de desempleo femenina supera el 20% en Turquía, casi el doble que la de los hombres.
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